Dedico las siguientes letras a todos mis amigos que le van al Cruz Azul...
Soy
parte de la irracional fanaticada que ve la vida desde la perspectiva de un
partido de futbol. Mi panza chelera y mi
pierna izquierda coja, es la representación gráfica de un futbolista frustrado,
que no le queda de otra más que ver futbol a través del televisor. El futbol es una manifestación pedagógica, se
nos educa a través de él. En mi casa se nos enseñaron dos cosas, el antipriismo
y el antiamericanismo, a partir de ahí, podíamos ser hombres de bien.
El
futbol tiene una magia especial. Mis
amigos y yo crecimos jugando al futbol, por lo que se convirtió en un lazo de
unión constante a largo de 20 años. El futbol es el deporte más incluyente del
mundo, aunque el capitalismo más salvaje pretenda hacernos pagar para poder
disfrutarlo. El futbol sirve como opio en democracias tan insipientes como la
nuestra; la mezcla de futbol y política ha logrado ganar copas del mundo a
países gobernados por dictaduras: Argentina 1978 es el ejemplo.
El
futbol está lleno de construcciones mentales hechas en base a la necesidad del
mito. Esto es algo que me parece maravilloso. Todo fanático tiene la necesidad
de inmortalizar las cosas, eso le da sentido al juego, lo llena de esencia. Los ídolos se convierten
en ángeles. Hasta en Nagashima, el equipo de futbol de los amigos en el cual
jugamos desde 1997, tuvimos la necesidad de imprimir el número 57 en las mangas
de uno de los muchos uniformes que hemos tenido. Aquel número era con el que
jugaba nuestro amigo “El abuelo” quien falleció en 2001. Si Nagashima tuviera
una barra brava, no dudaríamos en que “el Abuelo” y su mítico 57 colgarían
desde las tribunas, así como el Gato Marín acompaña a la hinchada del Cruz Azul
en todas sus batallas.
La
construcción de mitos es indispensable para darle sentido al futbol. ¿Qué se
puede decir de un equipo que en 32 años ha ganado un solo campeonato como lo es
el Cruz Azul? ¿Qué se puede pensar de un equipo que en los últimos años ha
perdido 7 finales y ha sucumbido en todos sus intentos por alzar la copa? En la
relativa importancia que merece el futbol, o que le damos al futbol, el Cruz
Azul parece tener una cita con la historia el día de hoy. Parece trascendental
para una afición tan noble como lo es la del Cruz Azul, limpiar ese doloroso
karma. Tal parece que el espíritu de Ángel David Comizzo ha acompañado todos
estos años a la máquina, como alma en pena buscando venganza por el error de
haber pateado la cara de Hermosillo en diciembre de 1997, donde por última vez,
el Cruz Azul se alzara campeón. El Cruz Azul no se enfrenta al América, el Cruz
Azul se enfrenta a sí mismo, se enfrenta al reto de reivindicar una historia.
Si el Cruz Azul pierde, no le habrá ganado el América, le habrán ganado sus demonios que se empeñan
en convertir a un equipo con suma grandeza en un segundón.
Llegó
la final. Grande es el Cruz Azul que puede volverse a parar en una final con la
pesada losa de su pasado reciente. Grande es el Cruz Azul que no vive de decir
“Ódiame más” mitificando, no la grandeza sino la arrogancia. Hoy, por la
reivindicación de la afición del Cruz Azul, por la reivindicación de su
historia, deseo, de fanático a fanático, de Chiva a Cruzazuliño, que levanten
de una vez por todas la copa de la liga.
Suerte Cruz Azul, que el Gato Marín está con ustedes.
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