Defender al Futbol / Por Carlos Candiani


Columnista Invitado / Carlos Candiani


Escribo esta entrada a la mitad de mi recuperación. Hoy cumplo un mes desde mi lesión, dos desgarres en mi ligamento interior. He usado muletas las últimas semanas y me ha dolido la rodilla por no poder estar en reposo total. Hay quienes me dicen que el futbol no deja nada bueno y que deje de jugar, pero yo les digo que no hay nada mejor que levantarme temprano los sábados para ponerme los tacos, las espinilleras y ensuciar mi uniforme.


No es la primera vez que tengo que defender al futbol, siempre lo he hecho, como cuando me fui a vivir con mi familia a Culiacán, ciudad beisbolera. Dieciséis ligas infantiles de beisbol contra una de futbol, pero mi hermano y yo preferimos, como siempre, la pelota sobre el suelo. En Culiacán peleé por un espacio para el futbol en los recreos, pues todos querían jugar a ser Fernando Valenzuela o Julio César Chávez. Después, en los últimos años de primaria en Querétaro, las maestras escondían nuestro balón porque no querían que usáramos el patio barroco como sede de un mundial infantil, pero hacíamos de cualquier cosa un balón, de un papel sobre otro, de una botella de frutsi vacía o hasta de un suéter amarrado. Además mi papá me había enseñado a jugar con corcholatas y un botón, eso es lo que me gusta del futbol, se puede jugar en donde sea.


También lo defendí de mi mamá cuando me prohibía usar la mesa de centro como portería y después cuando se preocupaba por las patadas que a veces recibíamos en los partidos.


De los vecinos de mis abuelos cuando nos regañaban por jugar en la calle y cuando no nos regresaban las pelotas que volábamos a su casa. Nos arriesgábamos a un castigo o a la mordida de algún perro, pero saltábamos las bardas con tal de vencer a los primos más grandes.


Defendí al futbol cuando a los diecinueve años terminé en el hospital por la golpiza que me pusieron los rivales que no supieron perder un partido de futbol siete.


Y si me dicen que todo está arreglado, como en el mundial de Argentina setenta y ocho que el anfitrión tenía que ganar por seis de diferencia a un Perú que juagaba muy bien, pero que su portero era argentino naturalizado peruano, y entonces mágicamente el equipo de Menotti ganó seis a cero. O en el mundial de Francia noventa y ocho y la extraña lesión de Ronaldo antes de la final, o en el dos mil dos con los errores arbitrales a favor de Korea del Sur contra España e Italia… aún así lo defiendo.


Les digo que para mí el futbol es mi padre llevándome al estadio, mi abuelo apoyando al Atlante, mis hermanos compartiendo los mismos colores que yo. El futbol es Del Piero que prefirió jugar en la segunda división italiana antes que dejar a la Juventus, es Totti, que en más de una ocasión rechazó contratos millonarios del Real Madrid para seguir con la Roma.


Y si me dicen que el futbol no es para los que leen, para los pensantes, les recuerdo que el fotógrafo argentino Daniel Mordzinski nos regaló una bella imagen del gran Mario Benedetti en medio de una cancha de futbol.


Sin embargo la mejor defensa del juego y del honor la cuenta la misma historia del futbol. El mejor ejemplo, o mejor dicho, el que más me gusta, es la que leí en el libro de finales de los ochenta de Eduardo Galeano “Días y noches de amor y de guerra”:

VERANO DEL 42

Hace años, en Kiev, me contaron por qué los jugadores del Dínamo habían merecido una estatua.
Me contaron una historia de los años de la guerra.


Ucrania ocupada por los nazis. Los alemanes organi­zan un partido de fútbol. La selección nacional de sus fuerzas armadas contra el Dínamo de Kiev, formado por obreros de la fábrica de paños: los superhombres contra los muertos de hambre.


El estadio está repleto. Las tribunas se encogen, silen­ciosas, cuando el ejército vencedor mete el primer gol de la tarde; se encienden cuando el Dínamo empata; esta­llan cuando el primer tiempo termina con los alemanes perdiendo 2 a 1.


El comandante de las tropas de ocupación envía a su asistente a los vestuarios. Los jugadores del Dínamo escu­chan la advertencia:


-Nuestro equipo nunca fue vencido en territorios ocu­pados. Y la amenaza:


-Si ganan, los fusilamos.


Los jugadores vuelven al campo.


A los pocos minutos, tercer gol del Dínamo. El público sigue el juego de pie y en un solo largo grito. Cuarto gol: el estadio se viene abajo.


Súbitamente, antes de hora, el juez da por terminado el partido.


Los fusilaron con los equipos puestos, en lo alto de un barranco.

5 comentarios:

Geomod 16 de junio de 2009, 9:40  

Pues que podre decir. A pesar de gustarme el futbol, nunca he podido sentir la pasion que muchos de los lectores sentiran, sin embargo ese deporte siempre me ha gustado y una de las cosas por las que me ha gustado (y estoy seguro que es de la razones principales por las que es el deporte No. 1 a nivel mundial) es como dice en el articulo la facilidad con la que se puede jugar, el que en realidad solo se necesitan ganas de jugarlo y punto eso le da una enorme ventaja y tambien un sabor especial.

Muy buen articulo.

Danielopski 16 de junio de 2009, 12:04  

Gracias Carlos... por colaborar en mi blog... tenemos mucho por escribir... un abrazo..

I.E 16 de junio de 2009, 12:25  

Exactamente, esto defender al futbol, les toca o mejor dicho nos toca a todos los que nos gusta este deporte. Por mi parte también me ha tocado defenderlo, desde el punto de vista de las mujeres, defenderlo de:
1. Los ineptos comentaristas que no saben qué es el fuera de lugar pero aman gritar cosas sobre arañas y otras bichos con los que nombran a los jugadores como si a ellos les hiciera gracia;

2. De entes de mi misma especie,conste que no digo género, que creen que decir " me gusta el futbol" implica gustar de ciertas partes del cuerpo del futbolista, comúnmente italiano, y no saber si quiera que se llama balón y no pelota.

3. Y finalmente de otro ente del sexo "mujer", la que sale, para gusto de algunos hombres, semi-desnuda mostrando en el PECHO o debería decir senos la marca de alguna marca de cerveza o pan de "osito corrupto", birncado en bikini o pseudo comentando con pseudo ropa.

Lástima que por ello muchos hombres hacen a un lado nuestra opinión futbolera, cuando también jugábamos en el parque, nos rompíamos pies y gustabamos de tirar (legalmente claro ja) a los niños que creían que no sabíamos jugar.


Gracias por el post...

| m a r c e l a | 16 de junio de 2009, 13:50  

carlos: así como lograste encausarme para votar por amlo y defenderlo a capa y espada, esta puede ser la forma de lograr q ame el futbol algún día... vas por buen camino, entre Galeano y tú, tal vez lo logren ja bsos

dany: se ve liiindo el blog!..

Carlos Candiani 17 de junio de 2009, 8:00  

Gracias por los comentarios. Danielopski fue un placer escribir aquí.

Publicar un comentario

Cronicas Futboleras...

Lindopio (crónicas futboleras) es un blog dedicado al deporte que enloquece a los pueblos, a los amigos, al mundo entero, un blog dedicado al futbol… Este blog pretende analizar, recordar, revivir, volver a disfrutar como volver a sufrir las épicas batallas futboleras del mundo, pretende ser testigo del acontecer diario de este deporte…


El Universal: VeFutbol